El 24 de mayo se celebra el día nacional de la epilepsia, una enfermedad que arrastra grandes mitos y que contribuyen, todavía en nuestros días, a la aparición de juicios negativos sobre esta enfermedad y desgraciadamente, también sobre la persona que la padece.
En efecto, pocas enfermedades arrastran una historia tan amplia como la epilepsia. Respecto al origen de la enfermedad, cada civilización ha propuesto diversas interpretaciones, asociando la epilepsia a la superstición, a las fuerzas sobrenaturales o a la posesión demoniaca. Conocida y descrita en unas tablillas babilónicas que se encuentran en el British Museum de Londres, y que datan de al menos 2000 años antes de Cristo, la epilepsia siempre ha intrigado y asustado y es solamente a partir del siglo XIX y sobre todo del siglo XX que la epilepsia pudo, por fin, ser comprendida.
A pesar de que Hipócrates ya emitió la hipótesis de un disfuncionamiento cerebral, esta idea no se tendrá en cuenta hasta bien entrado el siglo XIX. Durante este intervalo de 2000 años, diferentes culturas han atribuido a las crisis de epilepsia un carácter místico. Así, durante la edad media, el oscurantismo religioso consideraba a las personas con epilepsia como brujos, poseídos o como personas que habían realizado un pacto con el diablo. Los enfermos suscitaban miedo e incomprensión ya que la epilepsia era considerada una enfermedad contagiosa.
A partir del siglo XVIII, la hipótesis demoníaca comienza a declinar: la persona con epilepsia deja de ser considerada un “ser poseído” para convertirse en un ser peligroso y mentalmente perturbado, ya que la epilepsia se empezó a considerar como una forma de locura.
En el siglo XIX aparece una nueva disciplina médica, la neurología, y con ella, la teoría de que la epilepsia es la consecuencia de un desajuste cerebral, comienza a tomar fuerza. Sin embargo, la idea de que la epilepsia es una enfermedad mental perdurara hasta el siglo XX.
Posteriormente, ya en el siglo XX, la aparición de los primeros fármacos antiepilépticos, las técnicas diagnósticas, la cirugía, etc, han contribuido a dar una mayor visibilidad a esta patología y a las personas que la sufren.
La realidad es que la epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes, tanto en niños como en adultos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 50 millones de personas en el mundo sufren una epilepsia, de las cuales se estima que más de 10.5 millones son niños menores de 15 años. En nuestro país, y según datos preliminares del estudio Epiberia, existen 704000 casos de epilepsia de los cuales unos 273000 presentan la enfermedad activa. Cada año unas 20.000 personas desarrollan la enfermedad por primera vez. Entre la población infantil aparecen 45 nuevos casos al año por cada 100.000 niños menores de 10 años.
Contribuir a desterrar los mitos que siguen rodeando la epilepsia, permitirá mejorar la realidad de estas personas.