Imagínate al borde la de una piscina, una piscina amplia, grande, quizás profunda; el socorrista te indica que saltes, el silbido intenso de su silbato te lo recuerda, es entonces cuando un miedo intenso atraviesa tu cuerpo haciéndote quedar paralizado. Nunca hasta entonces te habías identificado con esa sensación, nunca hasta entonces tu cuerpo se había estremecido hasta decir PARA, no te lances, y entonces le escuchas y se produce un STOP.
Imagínate al borde la de una piscina, una piscina amplia, grande, quizás profunda, una piscina llena de risas, de juegos, el grito estremecedor de alguien que te es familiar hace que tu cuerpo se paralice, un miedo intenso se apodera de ti, los gritos no cesan y decides tirarte en su auxilio, pero el cuerpo te frena y te llena una sensación de miedo que hasta entonces no habías reconocido impidiéndote saltar, pero es entonces cuando algo dentro de ti se moviliza y gritas BASTA y entonces SALTAS.
Aparentemente las 2 historias podrían ser similares en contenido, en ambas un miedo inconsciente no identificado se apodera del personaje de nuestra historia desencadenando una serie de síntomas físicos desagradables que nunca antes había reconocido.
Es tal el miedo que le invade que su cuerpo por un momento se estremece y paraliza, pero en uno decide saltar y en el otro pararse.
¿Qué es lo que le lleva en la segunda escena al salto?
Quizás muchos hayan pensado el grito de auxilio de alguien que es conocido. Y sí podría ser cierto, pero lo que realmente le lleva a dar el salto aun cuando el miedo se está apoderando de él es la actitud, el impulso, la motivación de saber que puede hacerlo.
Cuando nos decimos ante dificultades diarias No Puedo estamos dando instrucciones y órdenes a nuestro cerebro del tipo no eres capaz, déjalo para otra vez, ahora no puedes… y son estas propias palabras las que nos hacen no saltar y no permitirnos el saber qué hubiera pasado si hubiera saltado.
Si a nuestro cerebro le damos instrucciones del tipo puedes conseguirlo, eres capaz, tú sí que puedes, adelante… nuestro cerebro actuará y a continuación nuestro cuerpo.
El ser humano es infinitamente poderoso, solo necesitamos creérnoslo. Si permitimos que los miedos entren de nosotros nos pararán a la aventura de ir más allá.
Neurológicamente nuestro cerebro está diseñado para que todo cuanto nos propongamos pueda llevarse a cabo.
Se nos olvida qué dificultad fue aprender a caminar, a montar en bicicleta, incluso aprobar un examen pero si en ese momento me hubiera dicho ‘no puedo’ es seguro hubiera abandonado en el intento.
En la vida a veces es importante pararse, mirar dentro de uno y ver qué está sucediendo, qué me está impidiendo seguir adelante.
Si me permito continuar iré hacia delante.
Si me distraigo y me freno me impediré dar pasos.
Abracemos el potencial que llevamos dentro.
Más información en www.cpsicologia.es