Cristina Cifuentes acudió a Getafe en esa pretensión suya de acercarse a la gente, de sacar a los políticos de su ostracismo burocrático y llevar la política a la calle. Getafe fue el sitio escogido. Y la elección hubiera sido adecuada si como fiel escudero no hubiera tenido a Juan Soler, que compartió plano ante la cámara con la recién estrenada presidenta (de la gestora) del PP de Madrid, manteniéndose impávido y asintiendo en un enésimo gesto de cinismo ante las pretensiones de regeneración democrática de su (ahora) admirada Cifuentes.
Mientras la presidenta hablaba de eliminar aforamientos, Soler debía darle vueltas a si su doble aforamiento como senador y diputado contaría en la ecuación y si le iban a eliminar ambos privilegios de cuajo; la incompatibilidad de cargos también debió ser motivo de los pensamientos del exalcalde que quizá le daba vueltas a qué cargo dejaría primero: ¿el de concejal? ¿el de diputado? ¿el de senador?
A lo mejor en su mente, mientras Cifuentes hablaba de que algunos se habían aprovechado indignamente de su militancia, Soler echaba cuentas de los innumerables gastos pasados a cuenta del Ayuntamiento de Getafe en comidas en caros restaurantes de Madrid; o quizá se acordara del viaje «petardo» que le pagó Cofely; o tal vez se riera en sus adentros porque se le permite cobrar de tres sitios a la vez, controlando las finanzas del PP de Getafe, ya que ahora no cuenta con los gastos de representación municipales.
Cifuentes carece de credibilidad al presentar en este escenario sus loables propuestas de regeneración. Si la autocrítica debe ser permanente, como defendió, quizá debería haber mirado a su espalda.
José Vicente
25 julio, 2017 at 4:34
NI PAJE, NI CRIADO, O ESCUDERO LITERARIO.
La expresión: «¡ios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor! [mio cid], Podían pensar algunos que acusan veladamente a la señora de haber repudiado la conducta del señor; pero no se dará nunca, hasta que sea exiliado de las tierras el señalado, teniendo en cuenta que la Ira Regia del Partido Popular todo está conforme a la potestad real, y en conservación de la Pax Regis.
Lo mediático y lo literario tiene las mismas reminiscencias como el Libro del caballero et escudero de Don Juan Manuel, en la que un joven y futuro cortesano aprende religión, filosofía y código de caballería, pues hay un hilo parternalista en el aprendizaje del escudero. Se trata de un texto influido por el Llibre del ordre de la cavayleria de Ramon Llull.»
Otros ejemplos como el Lucidario una miscelánea enciclopedia de fines del siglo XIII, que adopta la estructura oriental de respuestas de un maestro a preguntas de su discípulo.
De esta manera llegamos a Cervantes, recordando vagamente a Don Quijote dirigirse a su escudero: Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está. ¡oh, hijo!, atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte, y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto de este mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.
Pero sin duda que también en la nueva espectaculización de la política hay que aparentar se un civilità (una norma de vida), y esto se lo debemos a El cortesano de Baltasar de Castiglione.