Eran las 18.23 minutos del 23 de febrero de 1981. Tejero entraba en el Congreso de los Diputados, arma en ristre y haciendo tambalearse la democracia. En el despacho del alcalde de Getafe, Jesús Prieto, una llamada de teléfono le alertaba de la situación. «Pon la radio, rápido». Al otro lado, Jesús Urbán, concejal del PSOE y también pescatero había oído desde su puesto en el Mercado Municipal lo que sucedía en el Congreso: el golpe de Estado se estaba retransmitiendo en directo. «Lo primero que hice fue convocar a todos los concejales», explica Prieto. El temor era evidente y el peligro por los acontecimientos que podían devenir también.
En Alcaldía se reunieron miembros de todos los partidos, de PSOE, PC, también de UCD e incluso la ORT, que no estaba en el Gobierno. Había que ir dando pasos, la prudencia era clave. «Lo primero que hicimos fue poner a buen recaudo los archivos del PSOE y del PC». Las listas de militantes podían ser una golosina en manos incorrectas si el golpe de Estado triunfaba. Se escondieron en casas particulares. También se apostaron vigilantes en los acuartelamientos de Getafe, un punto caliente en el mapa militar nacional con la Base Aérea, el ACAR, el Ala 35, Artillería… Tenían orden de dar la alarma si había movimiento de tropas. También tomó la decisión de acuartelar a la Policía Municipal, ya que existían miembros de extrema derecha en sus filas. Alguno incluso tuvo que dejar su arma.
Los teléfonos no cesaban de sonar en aquellas horas de incertidumbre. Pero hubo algún concejal que hizo sonreír a los presentes. «Tranquilos, las hordas rojas de Getafe avanzan a la capital para liberarla», exclamó el edil del Partido Comunista. Un momento de desahogo en medio de la tensión, en la que cada cual buscaba contactar con los líderes nacionales de su partido… los que quedaban fuera del hemiciclo.
Todos eran sospechosos, nadie sabía quién podía ser golpista. Santo y seña de la noche: Yo estoy con la Constitución… y con el Rey. Así se lo hicieron saber al alcalde aquella noche los diferentes coroneles de Getafe con los que tuvo ocasión de hablar. Todos, menos uno: el de la Base Aérea de Getafe, que no se puso al teléfono. «Sí se pusieron en contacto conmigo dos tenientes coroneles que me dijeron que tenían todo bajo control, que ellos sí estaban con la Constitución y que tenían al resto de la Base de su lado», recuerda Prieto.
También tuvo una estrecha relación con el comisario de la Policía Nacional que ya por la tarde le declaró al alcalde su lealtad. Pedro Iglesias, se llamaba. «Me advirtió que había un grupo de extrema derecha, incluso alguno de ellos armado, en el centro de Getafe, preparados y dispuestos para ir al Ayuntamiento a por el alcalde y los concejales si el golpe seguía adelante. Pero me dijo que los tenía bajo vigilancia, que no tenía que preocuparme».
A pesar del miedo, la calle era un hervidero de gente. La plaza de la Constitución se convirtió en centro neurálgico. «A las 8 o 9 de la noche estaba a rebosar», recuerda. Los concejales de PSOE y PC se atrincheraron en el Ayuntamiento a la espera de acontecimientos, incluso alguno de UCD, como Julián Catalina, aguantó hasta bien entrada la madrugada. Algunos ayuntamientos del sur de Madrid vivieron la experiencia contraria: vieron como desaparecían concejales e incluso alcaldes.
El discurso del Rey tranquilizó ánimos, aunque las dudas seguían existiendo. «Algunas informaciones que me llegaban de Madrid decían que el golpe no tendría futuro, pero el problema era cómo se desactivaba». La noche fue pasando. En el Ayuntamiento seguían los concejales. A las cinco de la mañana ya se estaba distribuyendo el comunicado llamando a la huelga en el municipio: «Por la Constitución, por la Libertad y por la Democracia». CASA, Siemens, Kelvinator, Uralita, John Deere… secundaron el masivo paro.
Unos ojerosos ediles celebraron, al fin, la salida de los diputados del Congreso. Eran las 11.50 de la mañana. Es aquí donde empieza el reportaje fotográfico de Juan Nieto, fotógrafo de Getafe, que se desplazó a la capital para recoger este instante. En las imágenes se puede ver la salida de los diputados (las mujeres primero), Armada saliendo también del edificio, la gente agolpándose en la calle para vivir el momento. Y también la manifestación posterior, ya el 27 de febrero, que reunió en la capital a un millón y medio de personas, entre ellos, el alcalde de Getafe, Jesús Prieto, muchos de los concejales del municipio, y los líderes de los principales partidos: Felipe González, Manuel Fraga, Santiago Carrillo…
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