Hubo un tiempo en que la calle Madrid y la plaza de la Constitución (entonces del Generalísimo) eran un hervidero de coches que cruzaban el centro de Getafe rumbo a Madrid y la ADEVA paraba en esa esquina después de que los viajeros compraran su billete en el local habilitado. Era 1959 cuando Jesús Sacristán decide coger la conocida como taberna del Trompeta, apodo del que la regentaba en aquella fecha, pero sin nombre conocido. Dese entonces el Bar Plaza ha asistido al devenir de la ciudad, ha visto crecer y cambiar Getafe desde una atalaya privilegiada.
En esos principios el bar apenas era un pequeño local. «Fue en 1970 cuando realizamos la primera ampliación», cuenta Mario Sacristán, que hoy regenta el local en compañía de su hermano Miguel, y luego ya en el 86, también cogerían la planta de arriba y lo que era el antiguo despacho de billetes de la ADEVA. Mucho ha cambiado su fisonomía, hoy también adaptándose a los nuevos tiempos, remozando la fachada y luciendo una nueva imagen, pero poco la esencia: el bar donde acaban las manifestaciones, donde empiezan las fiestas, donde se hace un pequeño paréntesis en la mañana para tomar un café y charlar…
«Aquí hemos visto muchas cosas, pero yo me quedo sobre todo con las fiestas, con la plaza llena de gente, repartiendo la limonada que creo que ya solo se hace casi en exclusiva aquí». Mario no revela la receta secreta cuyos ingredientes son sencillos: vino blanco, limón, agua y azúcar, pero cuyas proporciones son un misterio. Aún recuerda aquellos años donde esta plaza era el centro neurálgico de las fiestas, donde se colocaba la cucaña, muy cerca la noria o a la vuelta de la esquina los coches. «Mis hermanos y yo hemos nacido aquí, nos hemos criado aquí». Y su vida ha estado ligada siempre al Bar Plaza.
El Bar Plaza desaparecerá, «el proyecto de plaza mayor algún día saldrá adelante y nosotros estamos justo en el medio, tendremos que irnos», asegura Mario resignado. Pero nadie podrá robar la historia de este local, emblemático donde los haya en el muncipio, centro de conversaciones y lugar privilegiado donde se ha podido contemplar la historia de la ciudad. Y lo que queda.