El 4 de julio La Alhóndiga y todo Getafe se quedó huérfano. Pedro Cid se fue en silencio, como siempre fue su vida: sencilla, pero plagada de humanidad, de entrega a los demás. Hoy su recuerdo volverá a estar presente en el Teatro García Lorca (20 horas) donde amigos y personas que le conocían compartirán el paso por Getafe de este particular cura que desde su llegada al municipio, hace ahora cuarenta años, se comprometió con los más desfavorecidos.
Su aterrizaje en Getafe fue en las vísperas de la muerte de Franco, en plena crisis del cierre de Kelvinator, donde los obreros le pidieron que les abriera las puertas de la iglesia para poder refugiarse allí. Pedro Cid no lo dudó.
Su casa siempre estuvo abierta a aquél que lo necesitaba, se convirtió en un lugar de acogida, de reunión. Grupos como los del Trope, Millana, la Biblioteca Tirso de Molina… compartieron este espacio. Era la casa de todos.
Luego llegarían los años de la droga, donde Pedro se implicó profundamente con aquellos que querían buscar una salida. Muchos amigos se le fueron en esta lucha contra la heronía donde se unió al grupo de Madres contra la Droga. Fueron años duros. Pero nunca perdió la fe en el ser humano. Decía el propio Pedro que «hemos fracasado en la ética de la vida. La derrota humana, el sufrimiento humano, el fracaso humano existe y hoy más en esta sociedad». Pero tras unos años de bonanza «en los que hemos estado dislocados por la propaganda y el consumismo, nos espera un futuro mejor, más auténtico y más solidario».
El legado de Pedro Cid aún vive y debe ser recordado. Por eso asociaciones como la Casa de Extremadura, la Asociación de Vecinos Nuevo Amanecer o el periódico GETAFE CAPITAL que le entregó el Premio a la Cooperación y la Solidaridad en 2005 , han impulsado este homenaje en el que se cuenta con aquellos que estuvieron más cercanos a Pedro Cid a lo largo de su vida. Será un paseo por su historia.