Escribía recientemente en un fantástico artículo bajo el título ¿Qué hay de lo mío? la directora de este medio, Raquel González, que si esta es la participación que queríamos ya la tenemos. Personalmente creo que no es el modelo que la mayoría de la población desea por mucha foto de salón abarrotado que nos aporte el Gobierno municipal, 300 de 30.000 no es suficiente, pero creo que es aún es peor la falta de definición del modelo de participación ciudadana que tiene la concejala–alcaldesa.
Cuando arrancó la primera gira o turné por los barrios se nos explicó que esto era una “medida provisional” hasta la elaboración de un nuevo borrador o proyecto de reglamento de participación que por supuesto sería “consensuado” con los vecinos. En la segunda gira o turné se pasó a explicar directamente las líneas estratégicas del nuevo reglamento de participación ciudadana en un magnífico power point que puede usted, querido lector, visitar en la web municipal.
En dicho documento visual, como en todo aquello que tiene que ver con este asunto se nos dice que nos darán la oportunidad de opinar, comentar, proponer y sugerir, eso sí, nunca nos dicen cuándo, cómo, dónde y qué, además esas líneas estratégicas que presenta son absolutamente válidas para el actual reglamento de participación ciudadana. Sí, querido lector, tenemos uno vigente, al que directamente le han cambiado unos pocos nombres; consejos por asambleas o consejo sociocultural por comisión de asociaciones. Un reglamento que, por cierto, el actual gobierno municipal ha reconocido “de tiempos pasados, fuera de lugar”.
Cierto es que la asamblea de barrio transforma su estructura , elimina la presencia de la oposición elegida democráticamente en las urnas el pasado 24 de mayo, da la sensación que la concejala de Participación Ciudadana pretende ganar con las asambleas la legitimidad no adquirida en la disputa electoral, pero además no deja de ser curioso que sea el PSOE quien coja la bandera del asamblearismo puro y duro que tanto criticó antes de las elecciones, aún más triste es que el modelo que ofrecen a sus vecinos no sirva por ejemplo para gestionar su propia organización de manera interna.
Escuchar en cada discurso de la alcaldesa y los concejales del Gobierno municipal la retahíla de “esta decisión ha sido consensuada con los vecinos” o la palabra “participación” es lo que lleva a banalizar un término que como venimos demandando se merece que al menos este Gobierno municipal se ponga de una vez a trabajar y poner encima de la mesa un borrador con esa letra pequeña que suele revelar en su profundidad la verdadera intención política del proponente.
Los vecinos no somos esa oposición enfrascada en contiendas electorales: espero que tras el 20 de diciembre tenga tiempo la concejala de Participación Ciudadana de ponerse a redactar un reglamento de participación ciudadana, y que entonces, se nos dé la oportunidad de debatir, impugnar y modificar. No es serio iniciar un proyecto como los Presupuestos Participativos sin ninguna “base legal”: demuestran que no creen en la “nueva” participación cuando ni en la propia web municipal facilitan la inscripción en esas comisiones que se han sacado de la manga.