Un proyecto de integración y solidaridad

Se cambia un corte de pelo por aprender a hacer tortillas; o una clase de yoga por un arreglo de bicicleta; o una clase de inglés por… ¿qué sabes hacer tú? El banco del tiempo intercambia habilidades de aquellos socios que se inscriban. No hay transacción económica: la unidad de medida es el tiempo, algo quizá mucho más valioso. Este es uno de los proyectos englobados dentro de la Red de Apoyo Solidario de La Alhóndiga, una iniciativa que nació en mayo de 2013 con los fondos con los que contaba el Grupo de Economía Solidaria.

Desde hace algo más de un año, una de las patas de este proyecto, el banco del tiempo está en funcionamiento, sumando más de un centenar de socios. «Hay una variedad muy amplia de intercambios. Y es curioso que viene mucha gente a ofrecer sus habilidades, pero le cuesta más pedir, que le enseñen», explica Viviana Dipp, una de las responsables del proyecto. «Se sacan muchas cosas positivas de este proyecto, porque hay gente que piensa que no puede hacer nada y descubre mucho potencial, además de crear vínculos intergeneracionales».

El funcionamiento es sencillo: «Cualquier persona interesada viene y se apunta como socia. Y ahí plantea qué es lo que ofreco y lo que necesita. A veces puede ser algo tan sencillo como alguien que le ayude a reparar una lámpara o el ordenador», explica Rocío Sánchez. A todo el que se inscribe se le regalan 3 horas, que figuran en su cartilla: luego solo hay que ir sumando y restando tiempo. «Es la moneda de intercambio». Rocío y Vivi son las intermediarias de este proyecto y las que ponen en contacto a las personas que se necesitan entre sí. «Ahora rondamos unos siete intercambios al mes y tienen mucho éxito por ejemplo, la elaboración de cocinas de diferente tipo, o los masajes y el yoga». Como curiosidad recuerdan el caso de alguien que necesitaba dejar a su perrito dos semanas. «Era complicado, pero surgió alguien que estaba dispuesto a cuidar de él».

Para animar la actividad de vez en cuando hacen encuentros grupales en el centro cívico. Y toda la información, además de en su sede la cuelgan en su página de Facebook.

Cambalache

Además de intercambiar tiempo, en la Red de Apoyo Solidario también quieren buscar una segunda vida a las cosas que tenemos por casa y que no utilizamos. Es Cambalache, un proyecto para «crear una economía solidaria y terminar con la idea de consumo. Hay una silla que no necesito pero hay quien sí la puede necesitar y se la lleva», explica Vivi. «Esta idea surgió con unas vecinas del barrio que crearon una tienda gratuita, que ahora gestionamos Rocío y yo, recogiendo los enseres que nos traen y entregando los que la gente necesita».

Una vez a la semana, los viernes de 18 a 20 horas, en su sede, en el Centro Ágora, exponen las cosas que tienen en depósito. «Las familias pueden venir una vez cada 15 días y llevarse lo que necesiten. Sobre todo se demanda mucha ropa de niños», cuenta Rocío. Lo organizan por tallas, para que sea más sencillo. Y también gestionan peticiones más puntuales, al margen de este día. «Nos dejan una lista con las cosas que necesitan, y cuando alguien viene a traerlas, les llamamos: una batidora, unas cortinas… Lo bueno es implicar a las familias, hacerlas partícipes de que algo que usamos, puede ser útil para otra persona».

La Red de Apoyo Solidario participa también en iniciativas vecinales que se desarrollan en el barrio, como en el grupo Yo sí sanidad universal o la mesa vecinal que nace «de un taller de convivencia que se hizo en 2013». Los integrantes quisieron mantener este espíritu y seguir haciendo encuentros de convivencia, pero también reivindicando otras cosas, como la apertura de los colegios en horario no lectivo para tener «espacios donde jugar».

El proyecto se financia desde el Grupo de Economía Solidaria, pero «ahora no es sostenible. Es una idea muy bonita, ver que otra economía es posible, pero es difícil», explica Vivi. Abrieron una campaña de crowfounding, pero «no cubrimos las expectativas», lamentan. «Lo bueno de este proyecto es que se trata de empoderar a las personas y queremos que este proyecto pueda seguir adelante».

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