En medio de promociones y entrevistas, consecuencia directa de ganar un premio como el Planeta, Alicia Giménez Bartlett saca un hueco para atender a Getafe Capital. La dama de la novela negra, con Petra Delicado como precursora de la mujer en este género, habla con sencillez y cercanía de la situación del género, del significado de premios como el que acaba de recibir en Getafe Negro, el José Luis Sampedro, o de la vida junto a Petra que es «más valiente que yo, liga más… yo creo que la odio».
Te tengo que preguntar por el Planeta. ¿Cómo se recibe, cómo se asume un premio de esta envergadura? ¿Te ha cambiado la vida desde la semana pasada?
Yo vivo en el campo, con una cierta tranquilidad, y esta semana he tenido más movimiento. Pero soy consciente de que es una etapa concreta y que luego volveré a mi paz habitual.
¿Está siendo muy frenético?
No. Está siendo muy agradable. Gente que hacía tiempo que no veía, me felicita, me llama, charlamos. Ha sido un reencuentro personal con mucha gente, con muchos amigos distantes y eso es agradable siempre.
Decías que las entrevistas estaban siendo muy variopintas porque nadie se ha leído el libro y no sabe de qué va. ¿Qué es lo que cuenta Hombres desnudos?
Es complejo. Trata del paro de los jóvenes, de cómo los jóvenes pueden llegar a hacer cualquier cosa por preparados que estén, incluido el striptease, incluido ser chico de alterne; y de cómo al mismo tiempo ha habido una generación de mujeres muy potentes y muy poderosas, porque el dinero y las clases sociales en este libro cuentan mucho: cómo esas mujeres se comen el mundo, pero con problemas internos. No pienso contar nada más.
¿La crisis saca lo peor de cada persona, los aspectos más oscuros?
Saca aspectos de supervivencia que todos pensábamos que estaban en guerras, en momentos históricos punteros. Pero este es un momento histórico también. Cómo de repente se pierde toda una generación de jóvenes con toda su valía infinita; cómo después de tener una gran ilusión de ser ricos y famosos y maravillosos, nos encontramos una realidad dura. La crisis ha sido importante, y ha sacado, si no lo peor, sí la supervivencia de cada uno.
¿Y cómo ha afectado a la literatura? ¿En estos tiempos convulsos salen mejores autores?
Eso quizá no se sabe aún. No hace tantos años de la crisis y para crear a un autor hace falta tiempo. De cara a los lectores, es verdad que hay mucha gente que va a bibliotecas y no compra libros, que se ha visto privada de su cuota de cultura que estaba asegurada. Eso se nota en todo. La cultura es lo último que queda.
Ha sido una semana de premios: además del Planeta, el José Luis Sampedro de Getafe Negro. Dos galardones muy diferentes porque uno premia un libro determinado y otro una trayectoria y unos valores.
Esos son los que mosquean más. Una trayectoria… ¿porque he sido buena? Hay algo que no funciona. Es verdad que me ha impresionado este premio, después del relumbrón del Planeta, el conocer a la viuda de Sampedro, después de haberle conocido a él personalmente. Ver que hay unos valores, palabra que me horroriza pero que no tiene otra que pueda expresarlo, que siguen vivos y que se premian, me ha impresionado.
¿Impresiona tener un premio con el nombre de José Luis Sampedro?
Sin duda ninguna. Un hombre que aparte de escribir bien era un referente moral. El concepto honor me parecía un tópico y casi me daba un poco de repelús: entre el honor de las mujeres de Calderón y el honor de la mafia siciliana, es una palabra para mí sospechosa. Pero de repente comprendes lo que es. Alguien que tenía unas virtudes personales que trascendieron a la gente, de repente te hacen heredera durante un tiempo. Eso es un honor.
Tengo la sensación de que te ha llegado más este premio
No se puede decir eso. Son dos cosas distintas. Pero han coincidido en el tiempo y me he dado cuenta de que pueden premiarte por muchas cosas. Si además coincide que no soy una persona muy autosuficiente, muy segura de mi misma… te da un subidón, que a ver lo que dura. Luego, cuando esté de capa caída, no me premiará ni Dios. Y entonces necesitaré algún premio, un miss España aunque sea… yo lo aceptaré.
Decías que se ha dignificado el género de la novela negra. ¿Ha estado de capa caída?
En España nunca había estado de capa alzada. Yo me he movido mucho por Europa. Llegabas a Alemania, a Francia y a Italia y veías que la novela negra tenía un lugar de honor con un tirón popular y al mismo tiempo con un prestigio. Hay novelas buenas y malas, pero se le daba un juego espectacular. Yo volvía a España y veía que éramos los hermanos pobres de la literatura. Y ahora veo que se ha normalizado. La gente lee novela negra, le interesa, ve que hay mucho más que un asesinato, un culpable y un policía. Hay un trasfondo social, un análisis de personajes, una crítica. Y eso le lleva a leer.
¿Contribuyen festivales como Getafe Negro a ese cambio de mentalidad?
Sin duda alguna. Lorenzo Silva empezó a crear este festival con miedo y con humildad. Y de repente, con mucho trabajo, todo ha funcionado. Se empieza a hablar en toda España. Es el festival de Madrid, como se le conoce. Cada vez se habla más, es más importante. Una pequeña población que ha insuflado la novela negra en la grandísima población de Madrid. Que no os lo quite nadie: si no vendré a hacer una manifestación con una pancarta personal.
Se está cuidando mucho la figura de la mujer dentro de la novela negra. ¿Habéis tenido el camino más difícil?
Dentro del propio género, no solo en España sino en todos los lados, eran unos estereotipos femeninos abominables: la mujer fatal, la ayudante del policía, la esposa abnegada del comisario que llevaba la investigación, pero no había protagonismo de la mujer. Y de repente hay un montón de escritoras que ponen a sus personajes femeninos en la primera plana de la investigación y de la plana. Además eso corresponde a la realidad: hay un montón de mujeres policías. Hay un montón de mujeres que van subiendo escalafones. Eso está ahí, y si no lo reconocemos es que estamos fuera de la realidad.
En un momento determinado decides que Petra Delicado va a ser ese personaje femenino que va a cobrar relevancia dentro de la novela negra, que ya lleva diez libros a sus espaldas, pero ¿cómo nace?
Hice una novela muy intelectual, tuve que estudiar mucho, era sobre Virgina Woolf y su cocinera, sobre las relaciones, las clases sociales… y estaba cansada. Quería hacer algo que me divirtiera, que fuera potente y si no tiene éxito, me da igual. Busqué un personaje cercano a mí, a la generación de mujeres que nos hemos peleado mucho con todo el mundo y cayó bien. Tuvo una acogida positiva. Pero tampoco tenía muy claro que fuera a lanzar una especie de precursora. ¡Qué va! Se hacen las cosas día a día y salen como salen.
¿No te has cansado de ella o ella de ti?
De momento no. Como hago otro tipo de novelas, como la que se ha premiado en el Planeta, vuelvo a casa y están Petra y Garzón, ya los conozco: una insoportable, el otro gruñón. Es como si me esperaran dos amigos y el tiempo que paso con ellos es muy grato. Muy fácil.
¿Se parece a tí Petra?
Es más valiente que yo, más joven, liga más, se ha casado más veces… yo creo que en el fondo la odio.
¿Y ahora en qué estás trabajando?
¡En nada! A Dios pongo por testigo que me paso tres meses de vacaciones. La última novela la he reescrito mil veces, llevaba casi cuatro años con ella, y quiero descansar. Pero la próxima novela será una Petra. Demostrar que no hay nada más excelente que otra cosa. Que el género negro tiene fuerza, tiene potencia y muchos hemos mamado de ahí. Me siento muy orgullosa además.
¿Cómo escribes: eres diurna, nocturna, constante…?
Soy diurna. Como una oficinista. Empiezo a trabajar a las 9 o 9.30, hasta las 3 o las 4. No como. Hago una pausa con un café y a partir de ese momento me olvido de lo que estoy escribiendo. Procuro despertar a otra vida. Ver dónde está mi marido, mis perros, preocuparme de si esto está arrugado o de si no he puesto la maldita lavadora. Eso es importante para mí.
¿Cuál es la sensación cuando acabas un libro?
En mi caso es de inseguridad absoluta. Piensas, esto es una mierda, pero no he sabido hacerlo mejor, por lo tanto no me voy a torturar. Si tengo algún lector que conecta íntimamente conmigo maravilloso, si no, es igual, pero por el momento voy a dejarlo.
¿Alguien revisa tus textos?
Lo lee antes mi marido. Pero nos conocemos mutuamente. Hay veces que me dice cosas que debo aprovechar, pero otras pienso: es una de sus manías y voy a pasar. Es lo malo que tiene el matrimonio, se conoce uno tanto que al final no te puedes aconsejar bien.