Los problemas de convivencia con los gitanos rumanos, que parecen haberse aplacado en Las Margaritas, tienen otro foco en La Alhóndiga, donde los vecinos no aguantan más y han recogido más de 600 firmas buscando que el Ayuntamiento les dé una respuesta. El foco nace en un edificio de la calle Leganés, 30. «Falleció el dueño y fue ocupado primero por unos chavales, que no daban ningún problema, pero empezaron a llegar gitanos rumanos, que incluso los echaron a ellos». Eso fue hace 3 años. Desde entonces han invadido el edificio y también las casitas bajas aledañas. Ocupaciones ilegales de viviendas que no son el problema principal. «El problema es el incivismo de esta gente. No respetan norma alguna de convivencia. Se cagan delante de mí, me llaman puta a todas horas cuando no otras cosas, escupen a cualquiera que pasa, se mean en la calle o en los coches».
El escenario que narra esta vecina, que no quiere dar su nombre, es dantesco. «Un día delante de casa, unos niños se metieron en un coche nuevo, que se había quedado abierto: se cagaron dentro, lo rebozaron todo con la caca, rompieron los cristales…». Todo con el ‘beneplácito’ de sus progenitores que les ven pero ni siquiera les llaman la atención. «Lo tienen todo tomado: el parque, la plaza, la calle… Los comercios que hay están desesperados, a los vecinos nos están echando. Hay veces que hemos llegado a contar hasta un centenar de personas». Y es habitual la presencia policial, ante las llamadas de los vecinos. «Cuando ven demasiada policía, se esconden en sus casas, pero luego vuelven a salir». Es un círculo sin fin.
Los problemas de convivencia no son solo con los vecinos, también entre ellos. «Son habituales las peleas entre ellos y sospechamos que puede haber algún tipo de mafia, porque tienen comportamientos que no son normales». Ha habido un «efecto llamada» y la población se está multiplicando en las últimas fechas. «Y los que vienen además, parecen más peligrosos». Los propietarios del edificio ocupado tienen el asunto en los tribunales, pero aún no hay orden de desahucio.
En su escrito al Ayuntamiento, los vecinos relatan que a diario «comen y beben en la vía pública, no recogiendo nada de lo que ensucian, estacionan sus vehículos de cualquier manera en ocasiones con la música puesta a elevado volumen, orinan y defecan en la vía pública (adultos y menores), en las aceras y entre los vehículos con un olor insoportable». Este problema afecta especialmente a los numerosos niños que hay que «están desatendidos completamente del cuidado y vigilancia de sus padres, campan a sus anchas realizando todo tipo de fechorías (causan daños en vehículos particulares y en el mobiliario urbano, llaman a los timbres de los vecinos para molestar, increpan e intimidan a otros jóvenes para no permitirles jugar en la zona infantil, insultan y escupen a cualquier persona que les llame la atención, sustraen pertenencias ajenas al descuido, arrojan objetos a los peatones que pasan por debajo de sus terrazas y a los patios colindantes…)».
La lista es interminable, y la paciencia de los vecinos ha llegado a un límite. Han recogido 631 firmas en las que piden al Ayuntamiento que tome medidas adecuadas para solucionar este problema.
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