Fue una de las relaciones más tormentosas en el último tramo de la legislatura en Getafe. La Casa de Castilla y León tuvo que abandonar el que había sido su hogar desde que se levantara el edificio para que en su espacio se ubicara una biblioteca, que finalmente se dejó en sala de lectura y que nunca llegó a estar en funcionamiento. «Apenas había un puñado de sillas y cuatro mesas arrinconadas, que ni siquiera se han usado para este fin», explica Raquel Alcázar, concejala de Cultura. Fue un empeño personal del anterior regidor Juan Soler, que relegó a la casa a un local en la calle Teresa de Calcuta sin acondicionar.
Hoy se están buscando fórmulas para dar salida a los problemas pendientes. De momento, y mientras se estudia cómo se va a desarrollar el arreglo del nuevo local, la Casa de Castilla y León volverá al espacio que ha ocupado en los últimos años. «Compartimos salas con el centro cívico y nos han dejado también algún despacho para atender a la gente», explica el presidente de la entidad, Carlos Martínez, que ya comienza a ilusionarse pensando en cómo distribuirá las actividades en su nuevo local, que al menos tendrá que esperar al próximo curso.
Respecto a la biblioteca, desde el Ayuntamiento tienen previsto retomar el proyecto con la Comunidad de Madrid, «para que sea una biblioteca, no una sala de lectura que no tiene regulación y que ni siquiera se había dotado». Una de las posibilidades es que se ubique en la planta de arriba del edificio, ya que tiene que cumplir unas condiciones determinadas de espacio. «El barrio tendrá una biblioteca». En ese caso, el salón de actos pasaría a la planta baja.
Por su parte, para el bar se hará una nueva concesión. «Pero únicamente el bar y la terraza que tenga concedida, no los salones».
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