En los tiempos que corren, en una sociedad cambiante y en un mundo donde los acontecimientos se suceden con ritmo vertiginoso, un mes ya es una eternidad. Y un mes, treinta días, han pasado desde que Sara Hernández cogiera el bastón de mando de la ciudad de Getafe. ¿Qué ha cambiado en el municipio en este tiempo? Lo primero es la participación. Porque contra los escépticos, se ha podido vislumbrar el ansia de los vecinos por hablar. Las asambleas de barrio han congregado a un importante número de gente, a pesar de los calores y las vacaciones estivales.
Sara Hernández se ha multiplicado en este tiempo para asistir a asambleas, reunirse con asociaciones de salud, empresariales, de vecinos… y además bregar con un nuevo reto que el tiempo dirá si fue conveniente asumirlo: optar a la secretaría general del PSM. En el esfuerzo personal se advierte un error colectivo: el excesivo personalismo que rodea a la alcaldesa. No se conoce a su equipo, los concejales bastante tienen con ponerse al día de las responsabilidades para las que han sido nombrados y al final, en este inicio de legislatura la única voz visible y con autoridad es la de la alcaldesa. Falta un equipo político profesional y competente, que no dudamos se pueda formar en el futuro, pero que hoy, cumplidos 30 días de las elecciones, aún es etéreo.
Habrá que valorar la factura política que le pueda pasar la ruptura del pacto con Ahora Getafe. Un pacto que en el mismo instante que Hernández estampaba su firma para posibilitar su investidura como alcaldesa, sabía que iba a ser imposible de cumplir. Los condicionantes puestos sobre el papel por Ahora Getafe eran excesivos pero eso no justifica firmar un acuerdo que está abocado a estallar.
Y faltan aún muchos mecanismos de transparencia. En eso la administración no ha cambiado un ápice. Los trámites para conseguir la información, la imposibilidad para acceder a determinados documentos o el oscurantismo ante datos que deberían ser públicos y fácilmente contrastables, sigue siendo la tónica general. Aún queda mucho camino por andar.
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