Si hace un año alguien hubiera aventurado que a una semana de tener que entregar las listas electorales la mayoría de partidos o no tiene candidato, o le falta confeccionar la lista, o no tiene claro cuál será el nombre con el que concurra, el diagnóstico hubiera sido: estás loco. Pero el escenario, hoy por hoy, es tragicómico en la política a todos los niveles, pero en este caso en el ámbito municipal. Si abril debía haber sido tiempo para debatir y confrontar programas y propuestas pensando en los problemas de la ciudad y del ciudadano, se ha convertido en una apuesta por quién será el próximo en dar el campanazo, en cambiar de candidato, en tirar unas listas… La política, o los políticos, han perdido el rumbo.
En el PP, su dedazo histórico ha señalado a Juan Soler, como cabía esperar, que en cuanto ha recibido el espaldarazo y aprovechando el sillón que ocupa, se ha entregado a la causa de inaugurar cuanto se le ponga por delante, desde una paella a un badén; ha sacado el repertorio de cartelitos (ahora con más presupuesto que hace cuatro años) y no duda en rubricar su nombre para que su ejército de animadoras le coree con camisetas amarillas (¿corporativo de quién?) para vergüenza de los asistentes. Y no ha hecho más que empezar. Quizá hasta rescate las famosas caretas de antaño y a Bob Esponja. De momento, corazones y gogós. No está mal.
Al menos se le ve, porque el PSOE sigue en una estrategia de perfil bajo. De muchas pequeñas reuniones con escaso éxito y poca visibilidad social. No hay dinero. ¡Ay, el dinero! ¿Y la imaginación? Para un partido que atraviesa un momento de dulzura interna con candidata y listas confeccionadas, poca rentabilidad le está sacando.
IU sí que anda perdida. La marcha de Vanessa Lillo les ha dejado compuestos y sin novia. Y si no hay novia, no hay boda. Así que están en eso, buscando un recambio que pueda llevar a un matrimonio que al menos aguante hasta mayo. Tampoco es mucho pedir, aunque con los antecedentes de la coalición, cualquiera sabe.
UPyD aún no se ha sobrepuesto de las encuestas que le auguran un mal resultado y sigue fiel a sus ideas: no se sale ni un ápice de las directrices de partido. Por no contar, ni ha hecho pública la lista que llevará, no vaya a ser que alguno (más) dé la espantada. Algo de moda en UPyD.
Luego están los nuevos. A Ciudadanos no le queda otra que presentarse después de lo obtenido en Andalucía: y Getafe es una plaza importante. Aquí ha sido Salomón el que ha sentenciado: partimos el hijo por la mitad. Ni para unos ni para otros. Ante el desaguisado interno de la formación, mejor traer alguien desconocido en la agrupación: más vale lo malo desconocido que lo peor por conocer.
Y están los ‘chicos’ de Por Getafe, con algunos ex de IU, controlada por Podemos, donde se han juntado el POSI, Equo, AdA… una formación que en principio se iba a llamar Ganemos, luego se centró en Por Getafe y ahora no sabe ni con qué nombre se va a presentar. Es lo que tiene la ingenuidad, que te registran el nombre sin que te des cuenta. Y todavía hay posibilidades de que algunos de dentro decidan emprender el camino en solitario.
Así estamos, a un mes de las elecciones, sin poder hablar de propuestas, de programas que generen esperanzas para resolver lo que realmente interesa al ciudadano: sus problemas. Los de los partidos, nos los conocemos al dedillo.