Los centros de rehabilitación de Getafe buscan la mejora y normalización de las personas con enfermedades mentales
Oscar llega a las 9.00 horas al taller de informática del Centro de Rehabilitación Laboral (CRL) de Getafe para transcribir un libro de contabilidad a ordenador y pasar así un rato hasta mediodía. Una actividad que asegura le resulta sencilla, le entretiene más que quedarse en casa y le facilita aprender por sí mismo cosas nuevas. Y así durante cada día de la semana.
Usuarios de centros como el CRL acuden a los mismos en busca de una ayuda que les permita mejorar y recuperarse de una enfermedad mental. Talleres de informática, pero también de jardinería o carpintería que proporcionan no solo entretenimiento, sino mejora de su autonomía o capacidad de cara a poder enfrentarse al mundo laboral. Algo que también se trata en el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS), en donde con talleres de manejo del hogar o de cocina entre otros ayudan a los usuarios a valerse por sí mismos en actividades tan cotidianas como el hacer las tareas de la casa o gestionar sus emociones. “Lo que hacemos en estos centros está derivado a todas las áreas de la vida de una persona”, explica Mª Ángeles Carrillo, directora del CRPS de Getafe, “analizamos su situación, las dividimos por áreas y trabajamos sobre sus dificultades”. Todo empieza en el Servicio de Salud Mental de Getafe, en donde tratan al paciente y posteriormente derivan a los centros de rehabilitación. “Se accede de manera voluntaria”, explica la directora del CRL Miryam Alonso, “puede ser atendido cualquier ciudadano de Getafe”.
Dentro de un perfil de entre 18 y 65 años de edad, destacan personas con esquizofrenia o psicosis al igual que trastornos de personalidad, del ánimo o depresiones severas. “Somos solo un componente social”, explica Mº Ángeles, “no tenemos personal sanitario, ni psiquiatras, enfermeros o auxiliares. Nosotros no podemos tratar enfermedades como la anorexia o traumatismos por accidente”. Excluyen también personas que tengan consumo de sustancias o conductas delictivas. “Trabajamos la rehabilitación psicosocial y la recuperación de las personas y su salud mental”, añade Miryam.
Una imagen social inapropiada
“Una de cada cuatro personas en su vida puede padecer una enfermedad mental, cualquiera de nosotros puede padecer una y no saberlo”, explica Violeta García, directora del Centro de Día. La imagen social frente al mundo de las enfermedades mentales busca ser cambiada por una acorde a la realidad. “Somos un colectivo muy estigmatizado”, asegura Miryam, “la sociedad suele castigar a la gente que las padece, sea en la calle, su vivienda o en el mundo laboral”. Algo que afirman se ve perjudicado por los medios de comunicación. “Asocian la salud mental con peligrosidad o imprevisibilidad, y estadísticamente está demostrado que es al revés”, insiste. Es por ello que desde esta red de centros llevan a cabo desde 2007 la plataforma Participa y Comprende junto a organismos como AFEM, difundiendo por el municipio la importancia y realidad del mundo de la salud mental a través de centros, colegios o institutos. “Hacemos actividades deportivas y de ocio fuera de los centros, para ayudarles a manejarse en el exterior”, cuenta Violeta. Una labor de concienciación, de información y de sensibilización dirigida a todos los sectores de la sociedad que busca normalizar una situación aún discriminada. Algo que sin duda en los tiempos que corre requiere de mayor esfuerzo.
El número de pacientes de este tipo ha aumentan debido a la crisis. El CRL, asegura Miryam, recibe mayores derivaciones con perfiles de “necesidad acuciante de tener ingresos”. “Hacemos una mayor intermediación desde 2009”, explica, “hemos tenido que cambiar la metodología de trabajo, ahora los profesionales que tenemos hacen de intermediarios con las empresas en las que nuestros usuarios pueden trabajar”. Desde el CRL han sufrido una bajada del más del 10% en el número de contratos indefinidos, manteniéndose en un 33,90% respecto a 2014, y se han visto obligados a invitar a los usuarios a pedir el certificado de discapacidad. “Es la única manera de tener un empleo”.
Dar un alta, situación de dificultad
“El tratamiento evoluciona en función de la patología del usuario”, explica Mar Segovia, directora de la MINI residencia y pisos de Getafe, “en nuestro centro hablamos de una media de 3 años de tratamiento”, algo que por ejemplo se duplica en el caso del CRL. “Es difícil ver un alta”, confiesa Violeta, “los perfiles han cambiado, en el Centro de Día el deterioro de los usuarios es muy alto y todo es un proceso muy largo, pero no perdemos la esperanza”. Saben que es una labor complicada. “No queremos dar a los usuarios simples actividades de ocupación, sino mejorar su salud mental y ayudarles a tener trabajo o una casa”, cuenta Mª Ángeles, “trabajar con ellos en busca de una vida digna, lo que es la aspiración de cualquier persona”.