La parroquia Nuestra Señora del Cerro en Juan de la Cierva atiende a casi 400 personas con comida y ropa
Son las 10.30 horas de la mañana del sábado. La parroquia de Nuestra Señora del Cerro, situada en el interbloque Zapateria, entre la calle Badajoz y la Avenida de las Ciudades, abre sus puertas a más de cincuenta personas pare entregarles los alimentos que a lo largo de la semana han ido comprando con la recaudación obtenida. Poco a poco, las personas necesitadas de víveres van recibiendo la cantidad correspondiente a sus necesidades y número de familiares. “Damos alimento de forma quincenal a dos grupos de personas”, explica Francisco, uno de los cerca de 10 voluntarios de Cáritas encargado de mantener en orden el número de asistentes a estas entregas. “Un grupo viene un sábado, y al siguiente viene el otro, y así sucesivamente”.
En total, 112 familias (más de 370 personas) apuntadas en un registro a las cuales, de forma voluntaria, se encargan de dar ayuda y apoyo. “Todos los martes de 11.00 a 12.00 horas se da el despacho de Caritas”, explica, “vienen las personas, plantean sus situaciones y así se hace la acogida. Se escuchan los problemas de las personas, se ve en qué se puede ayudar y qué tipo de ayuda necesitan”. “Generalmente vienen derivados de los servicios sociales. Hay un trabajador en el centro cívico del barrio que valora su situación y nos manda informes”. Es así como desde la parroquia valoran a través de un informe final la ayuda que han de ofrecer a los diferentes ciudadanos. Una ayuda que principalmente viene ofrecida en forma de alimento y ropa. “Los alimentos vienen fundamentalmente del dinero de las colectas para Cáritas o las que se hacen en la parroquia en las diferentes misas”, explica el voluntario, “también hay mucha gente que trae sus bolsas de comida”.
Son variadas las vías por las que la parroquia obtiene esos alimentos. Rifas, recogidas de alimentos en centros comerciales o dinero conseguido a través de métodos como la venta de lotería o donaciones del Tanatorio. Pero sin duda son los miembros de Nuestra Señora del Cerro los que se encargan de llenar sus armarios de comida a la espera de las entregas. “Los supermercados nos cobraban dinero por traérnosla, así que decidimos ir nosotros con los carritos a por ella, buscando siempre ofertas porque no hay para más”, explica Francisco. El párroco Juan Carlos Romero añade que los gastos semanales solo en aceite y leche rondan los 300 o 400 euros. A esto se le unen las donaciones en ropa que los vecinos hacen a la parroquia. “Es de segunda mano, lavada y para todo tipo de personas y temporadas”, cuenta. Pero todo esto no es tarea sencilla. “Hemos alquilado un garaje para habilitarlo y poder crear las condiciones que el Banco de Alimentos exige para poder traernos comida”, comenta esperanzado Francisco.
“Estamos haciendo de colchón amortiguador”
Se trata sin duda de una situación que, hasta hace poco, parecía algo ajeno al interés nacional. Sin embargo, la situación económica española deja datos que parecían imposibles. “De 112 familias a las que damos comida”, señala Francisco, “42 son españolas, lo que suponen 138 personas”. Un registro estremecedor en el que se tienen en cuenta el estado civil, laboral, empadronamiento en el barrio y necesidades principales. “A veces damos alimento, otras lo que necesitan es que les ayudemos a pagar el recibo de la luz o alquiler”, sigue contando Francisco, que muestra en su libreta la última ayuda pedida por una ciudadana de hacer frente a un recibo mesual de luz de 200,20 euros. “Los famosos recortes son una realidad”, cuenta Juan Carlos Romero, “gente que ha estado trabajando toda la vida ahora se encuentra en la calle, con o sin hipoteca y sin tener dónde caerse muerto”. El párroco no lo duda a la hora de dirigirse a los que ve culpables. “El estado tiene que darse cuenta de que esto no se puede mantener, pero están mirando para otro lado”. Juan Carlos Romero muestra su indignación libremente. “Antes atendíamos especialmente a marroquíes o hispanoamericanos, ahora la mayoría son nacionales”. La crítica es un pensamiento que se generaliza por toda la parroquia, ya que el clero no entiende cómo desde los altos cargos sólo se interesen por “su propio dinero” y por ver “su cuenta bancaria crecer”. “Vivimos en una sociedad enferma”, insiste el párroco, “Los servicios sociales del Ayuntamiento están dando citas para abril ¿De qué sirve la urgencia? Así no se puede funcionar. Reforman la atención a la gente en los Servicios Sociales quitando a trabajadores sociales”. Los recortes, los desahucios y las pocas ayudas son para los miembros de esta parroquia algo “sangrante” que les llena de “impotencia”, y a su vez algo que sin duda intentan subsanar a base de ayuda. “Es nuestra obligación desde el Evangelio ayudar”, insiste Juan Carlos Romero, “aunque esto sin duda pone en evidencia a los que lo tienen como obligación laboral directa”