La música del juego de la silla se detiene, y toca correr para coger una de las vacantes. Así estamos pasando las semanas, dudando de si cuando pare la música en el PP, a Soler le quitarán la silla o es capaz de conseguirla otra vez; o a qué compás baila Izquierda Unida que parece que tiene melodías entremezcladas que no se sabe dónde conducirán; o el contador (tic tac) de Podemos que habrá que ver si no le estalla antes de poner en marcha lo que sea que vayan a poner; o el baile de Ciudadanos que sin haber salido no dejan de sumar líos internos. Curiosamente, por cómo han tenido de convulsa la legislatura, sorprende ver llegar con tanta estabilidad a las candidatas de PSOE (Sara Hernández) y UPyD (Esperanza Fernández). Y asusta ver la deriva que está teniendo IU, fagocitada por si misma y anulada por Podemos, un partido que ni siquiera está con sus siglas en las municipales. La coalición de izquierdas parece que agoniza a marchas tan forzadas como escaso es el recorrido que le queda a esta legislatura.
En algo tiene razón Pablo Iglesias cuando marca la cuenta atrás del reloj: apenas queda tiempo. Y a estas alturas deja un poso de estupor tener aún tanto por decidir y tan poco claros los caminos. La política, no solo en el ámbito local, está perdida en la batalla de las siglas, de los nombres, de los sorpassos por la izquierda, por la derecha o por donde sea. Se habla de caras, de liderazgos, de asientos, de nombres, de candidatos posibles, futuros o confirmados… y se habla muy poco de los ciudadanos, a pesar de que la palabra esté ya manida de tanto usarla. Porque faltan proyectos de ciudad, hay un vacío de propuestas de conjunto, de ideas de qué municipio se quiere. Las elecciones no son solo una cara (que también es importante), es un modelo de ciudad que hay que presentar al vecino para que sea juzgado y el veredicto de las propuestas sea el que condicione el voto. Los socialistas de Sara Hernández son los únicos que parecen estar haciendo los deberes de cara al público.
A todos les preguntamos: ¿dónde está el modelo de crecimiento industrial y tecnológico, las políticas de movilidad, las políticas sociales sostenibles y equitativas para los más golpeados por la crisis, las apuestas por la integración, el urbanismo sostenible, la obra pública…? A cuatro meses de las elecciones aún nos preguntamos qué ciudad quieren nuestros políticos, más allá de insultos y descalificaciones, porque serán también esos programas los que den pistas de qué panorama de alianzas se podrá vislumbrar en junio, con un escenario de difícil gobernabilidad.
Pero esa será otra historia que se contará en su momento. Esperemos que no sea un relato de terror.