Un gesto casi autómata, al iniciar el proceso de desprenderse del traje de seguridad, como es tocarse la cara, pudo ser el causante de que Teresa Romero se contagiara de ébola al salir de la habitación del misionero García Viejo, que se repatrió tras conocerse que padecía esta enfermedad. Es la hipótesis que se baraja para poner luz sobre las causas que llevaron al contagio de la enfermera que se encuentra atendida y aislada en el Hospital Carlos III. Junto a ella, otras cinco personas también están bajo vigilancia, entre ellas dos enfermeras que también formaron parte de los equipos que atendieron los casos de los misioneros y su marido. De momento todos los análisis que se han realizado han dado negativo.
El que no ha tenido suerte, a pesar de la campaña iniciada por el marido de Teresa, es su perro Excalibur. En apenas un día se habian recogido más de 200.000 firmas pidiendo que no fuera sacrificado y que se le aislara, pero ni la presión popular ni los manifestantes pro animalistas que estaban a las puertas de la vivienda de la enfermera en Alcorcón han conseguido frenar esta decisión y el juez ha autorizado su sacrificio.