Algo falló en el protocolo que se sigue para tratar a los enfermos de ébola. Y algún error más se ha tenido que producir cuando la enfermera llevaba con síntomas desde el 30 de septiembre y no habían saltado las alarmas porque la fiebre no era lo suficientemente alta: hasta ayer no se la ingresó, y estuvo gran parte del día en urgencias del hospital de Alcorcón, en un simple box, sin aislamiento. Hoy ya ha estallado el gabinete de crisis, después de que en la tarde de ayer se confirmara con un segundo análisis que la enfermera que había participado en los equipos que trataron a los dos misioneros fallecidos por ébola en el Hospital Carlos III, había dado positivo en la enfermedad. Es por esto, que se han convocado concentraciones en los hospitales de la Comunidad pidiendo la dimisión de la ministra Ana Mato. Serán a las 12 de la mañana.
Las autoridades sanitarias tratan de tranquilizar a la población. Se asegura que el contagio de esta enfermedad no es tan sencillo al no transmitirse por vía aérea y que únicamente el contacto con fluidos corporales (sudor, heces, sangre…) puede hacer migrar el virus. Sin embargo, la alta mortalidad de esta cepa (se cifra en un 90%) y el hecho de que ya se haya producido un contagio a pesar de las medidas de seguridad puestas en marcha preocupan no solo en España, sino que el asunto ha saltado a los medios europeos, que abren sus medios digitales con esta noticia.
La enfermera de 40 años, casada y sin hijos, ha sido trasladada al Hospital Carlos III, donde permanece aislada. Su marido también está en observación y han comenzado a elaborar una lista de los posibles contactos que haya podido tener desde que se iniciaron los síntomas de la enfermedad, el pasado día 30. La sanitaria participó voluntariamente en los dos equipos que trataron a los misioneros repatriados y que fallecieron a causa del ébola. Con el último, García Viejo, tuvo contacto en dos ocasiones: una de ellas cuando ya había fallecido y por lo tanto era más contagioso. Al día siguente del fallecimienot del religioso, el 26 de septiembre, la enfermera cogió vacaciones. No fue hasta el 30 cuando notó los primeros síntomas y una fiebre no excesivamente alta, acompañada de abstenia. Hasta ayer, que la fiebre subió, no se consideró necesario ingresarla ni realizarle las pruebas del virus del ébola.