No aceptan que IU pierda peso específico, e incluso el nombre, como se ha llegado a valorar, en pro de crear una alianza de izquierdas que integre a nuevas formaciones como Podemos. Un manifiesto comandado por un grupo de dirigentes de IU-CM integrados en su mayoría dentro de la corriente crítica Somos IU, ha puesto sobre la mesa las diferencias con el encargado de desarrollar el proceso de confluencia, Alberto Garzón. Bajo el título IU, un proyecto de largo recorrido, se analizan los «deseos de “avanzar hacia la convergencia con Podemos, renunciando si fuera necesario a las siglas IU”. Para los firmantes «se trata, sin embargo, de evitar iniciativas convulsas y no exentas de improvisación, que elevan retóricamente la mirada hacia un escenario imaginario, a partir de un inaceptable desprecio por la realidad cultural, política y organizativa de IU, de su afiliación y militancia», aunque no se renuncia al diálogo con Podemos.
Dentro de los firmantes figuran Gregorio Gordo, portavoz de IU en la Asamblea de Madrid o Ángel Pérez, homónimo en el Ayuntamiento. Defienden el ideario de su partido y «creemos que las políticas para ensanchar el territorio de la izquierda transformadora, la necesidad de impulsar respuestas políticas y electorales amplias y unitarias, en definitiva, la voluntad de construir proyectos de convergencia son consustanciales a la naturaleza histórica y política de Izquierda Unida».
Defienden el proyecto de IU, creado en 1986 y que aún tiene «un largo recorrido, cuya existencia no puede ni debe someterse a exámenes de temporada. No compartimos la impugnación estructural del sistema de partidos que distintas ‘voces alternativas’ y medios de comunicación -algunos de acusado perfil conservador-, han activado. Sabemos de la inaplazable necesidad de cambios en la renovación de la propuesta política, en el funcionamiento interno de los partidos, en su relación con la sociedad y con cuanto en ella se mueve, en la participación democrática de la afiliación. Pero la democracia no es compatible con aventuras populistas que niegan las fuerzas políticas actuales, como si las que aspiran legítimamente a relevarlas, fueran congregaciones marianas».