“Parte del mundo está literalmente comiendo hasta morir”. Son palabras de la directora general de la OMS, Margaret Chan, en la inauguración de la Asamblea Mundial de la Salud. La obesidad se está conviertiendo en un problema mayor que el hambre en el mundo. De hecho, la propia Organización Mundial de la Salud certifica que la obesidad es responsable de 3,4 millones de muertes al año y que hay 1.400 millones de personas con sobrepeso. Esto lleva a otra conclusión, que explicó el ponente de Naciones Unidas para la Alimentación, Olivier de Schutter: «Las dietas poco saludables son un riesgo mayor para la salud mundial que el tabaco”,
La solución no es sencilla, aunque Schutter ya propuso en 2012 tomar algunas medidas como aumentar los impuestos a los productos menos saludables, regular los alimentos con alto contenido de grasas saturadas, azúcar y sal, limitar la publicidad de la comida basura, replantearse ciertos subsidios agrícolas que abaratan algunos productos y no otros y apoyar a los productores locales para que los consumidores tengan acceso a productos sanos, frescos y nutritivos.
La que ya es conocida como la epidemia del siglo XXI, la obesidad, supera incluso al hambre, que afecta a 800 millones de personas, por los 1.400 que padecen sobrepeso. La mala dieta se relaciona con problemas cardiovasculares, diabetes e incluso con algunos cánceres.