El incidente se presta a la broma, y de hecho podía haber encabezado cualquier noticia de El Mundo Today: «Esperanza Aguirre atropella a un agente de movilidad y se da a la fuga». Pero la realidad supera a la ficción y este suceso encabeza hoy todas las informaciones de los medios de comunicación, que destacan la actitud poco conciliadora de la expresidenta. «¿Ahora qué? ¿Multita y bronquita?», les espetó a los agentes tras haber dejado el coche estacionado en el carril bus de la Gran Vía. Cuando volvió de sacar dinero de un cajero automático los agentes ya estaban poniéndole la multa y solicitándole la documentación.
El trámite era demasiado largo para Aguirre, que sin recibir autorización para ello, arrancó el vehículo y en su marcha derribó una moto de uno de los agentes. Hizo caso omiso de las peticiones de que detuviera el coche, que fue perseguido por una patrulla de la policía municipal que salió tras ella. No se detuvo hasta que entró en su vivienda, en el barrio de Malasaña. Los agentes de la Guardia Civil que protegen su vivienda fueron los que intentaron mediar en el asunto y quitarle hierro, ofreciendo hacer un parte amistoso: el funcionario se negó.
«Viciosos de las multas»Aguirre no recula, ni reconoce su error, atacando a los agentes que la multaron a los que acusa de ser «unos viciosos de las multas». Uno de los agentes ha sufrico un ataque de ansiedad tras el suceso, debido a la «presión mediática». Sí que asume que hizo mal y que cometió una infracción al parar en un carril bus, pero niega que se diera a la futa, y que se marchó después de «15 o 20 minutos» en los que el agente le estuvo pidiendo documentos «interrumpiendo el carril bus».
Sus críticas subieron de tono, afirmando que los agentes eran «bastante machistas», acusándoles de «mentir», de «prepotencia», y de haberla «inmovilizado». Esperanza Aguirre se enfrenta a una multa por desobediencia a la autoridad.