El auto judicial del ‘Caso Aparcamientos’ y las posteriores dimisiones de los cinco concejales de PSOE e IU han provocado un terremoto en los partidos políticos y en la ciudadanía, del que aún queda por medir la intensidad. Para el PSOE era insostenible tener a cuatro concejales, entre ellos el portavoz, a las puertas de un juicio. La decisión de los principales nombres políticos de este caso, Pedro Castro por un lado en su condición de exalcalde y José Manuel Vázquez por otro, ahora al frente de la portavocía del grupo, era clara desde el primer momento: iban a presentar la dimisión. Faltaba saber cuándo, cómo y con quién.
Se dejó el fin de semana para que cada cual meditase sobre los pasos a seguir. El lunes Pedro Castro y José Manuel Vázquez estaban dispuestos a presentar su renuncia para hacer el menor daño posible a su partido, al margen de sentencias condenatorias o absolutorias. «Yo no puedo aguantar así», decía el portavoz en petit comité. La que frena esta decisión es Sara Hernández, secretaria general del PSOE, que pide un poco de templanza. Queda pendiente el recurso que se presenta sobre el auto, la decisión del fiscal que puede pedir el sobreseimiento… aún hay cabos a los que agarrarse, al menos aparentemente.
Mientras nadie del PSOE dimita, Sylvia Uyarra no tiene problema en mantenerse como concejala de IU. De hecho, trata de buscarse apoyos (escasos) en el regional y aprovecha para poner el ventilador y salpicar a cuantos pasen por ahí en la reunión del comité político de IU. No quiere irse y así lo manifiesta. Y de momento los vientos le son propicios, puesto que en el PSOE parece que las piezas no se acaban de mover.
Eso era el lunes. Pero las almohadas son malas (o buenas) consejeras y la mañana del martes José Manuel Vázquez y Pedro Castro vuelven a dar un paso al frente: no hay excusas. La dimisión es la única salida posible. Pero las cuestiones de palacio, van despacio, sobre todo cuando no son los únicos implicados. Un día entero de reuniones, para decidir quién, cómo y cuándo se iban. La decisión está tomada y finalmente serán los cuatro concejales socialistas los que den el paso, a pesar de las reticencias de algunos, pero querían hacer las cosas bien: el miércoles por la mañana, la intención es ir todos a firmar.
Se les escapaba una pieza: Sylvia Uyarra. La edil de la coalición de izquierdas sabía que no podría mantenerse en su puesto una vez que dimitieran los concejales socialistas, a pesar de haber recibido la venia del alcalde que la consideraba «menos culpable» que el resto. Recibe una llamada advirtiéndole de la inminente decisión de los socialistas y les gana la partida por la mano: presenta su dimisión por registro e intenta descolocar al PSOE. Aprovecha de paso para dejar perlitas sobre su apuesta por la ética política o que no quería verse enredada en los «chanchullos» del PSOE.
Al poco llega la nota del PSOE anunciando que ellos se van. Y en esa nota, le permiten el honor a Juan Soler de ser quien les haya cortado la cabeza. Todo un despropósito. Tarde y mal, pero llegó. En ese escrito, además de echar balones fuera, no se advierte ninguna intención de regeneración política, la misma que pedían las Juventudes Socialistas y que consideraban necesaria para recuperar la sintonía con los ciudadanos. Tampoco hay agradecimientos a la labor prestada por los concejales, especialmente cuando se despide el que fue alcalde del municipio durante 28 años.
Tampoco el PP se libra de este tsunami, porque se le presenta una díficil situación teniendo altos cargos funcionariales imputados y a las puertas de un juicio en un caso que han tratado de vender como político pero que ha afectado a los técnicos. La inseguridad a la que se enfrentan los miembros de la mesa de contratación, tanto técnicos como políticos, puede provocar más de un quebradero de cabeza en el Gobierno municipal que tendrá que gestionar este temor. Quizá la vía que elija Juan Soler, sea presentar un recurso contra el auto en su posición de acusación popular, tratando de exculpar a los funcionarios, como ya dijo públicamente.