– Las averías en los sistemas de calefacción certifican la antigüedad de muchos de los centros, que necesitan reformas a nivel integral
– Aún reconociendo los problemas, el Gobierno local dice no poder asumir los costes económicos en un corto periodo de tiempo
Julio Cortázar es uno de los últimos centros escolares que en este curso ha tenido problemas de calefacción. Calderas viejas, sistemas de conducción obsoletos o radiadores que ya no se fabrican son algunos de los elementos que muchos de los centros públicos de la ciudad aún tienen instalados, que demuestran que muchas de las instalaciones de los colegios de Getafe están obsoletas. El de la calefacción es sólo uno de los problemas que estos centros educativos registran. Los responsables admiten mejoras, sí, pero que además de insuficientes, llegan con cuentagotas por parte de la administración local. Reformas en sanitarios, sistemas de iluminación, de alarmas, renovación de pistas deportivas, gimnasios o patios son solo algunas de las obras que los centros están pendientes de autorización.
Suficiente es la calificación que algunos de los colegios de la ciudad obtendrían en mantenimiento. La dejadez que sus instalaciones han sufrido durante años es palpable y la crisis tampoco ayuda a que se realicen las grandes reformas que muchos de los centros necesitan. Los responsables entrevistados coinciden; las necesidades de los escolares están cubiertas, pero son muchas las instalaciones que se han quedado anticuadas.
“Claro que se necesitan obras, casi todo es susceptible de reformas”, aseguran desde el Julio Cortázar. Las fuentes del centro, con 28 años de antigüedad, aseguran que el de la calefacción es un problema “puntual”, pero que se suma a las reformas que llevan esperando desde hace ya mucho tiempo. “Ya era hora de que nos tocase, recientemente se han arreglado baños o la carpintería de ventanas, pero el mobiliario necesita mejorar y en mantenimiento del Ayuntamiento lo saben”.
Quinto del Cortázar, con 25 años a sus espaldas, el Tierno Galván también admite la necesidad de acometer obras, aunque su directora, Eva González, no se muestra tan explícita: “las necesidades que tenemos se las trasmitimos al Ayuntamiento”. Muchos son los centros reticentes a hacer declaraciones al respecto. “Se realizan pequeñas reparaciones”, confirman desde el Jorge Guillén, con capacidad para alumnos con déficits motóricos, “nosotros todos los años elaboramos un escrito con todas las reformas necesarias de más envergadura”. Sin problemas de calefacción, las pequeñas necesidades resurgen en los centros más antiguos.
En el Francisco de Quevedo, su director, José Guerrero, asegura necesitar varios baños y un mejor acceso al patio infantil, además de la sustitución de la valla del patio de los más pequeños: “es peligrosísima”. “Queremos reparaciones en las pistas, donde los niños se resbalan cada vez que llueve, los cambios de cubos de la basura, porque no podemos permitirnos el gasto en bolsas de basura, y la retirada de columpios, de los que solo quedan los postes. Lo llevamos solicitando desde el curso pasado”. El Vicente Ferrer de El Bercial, uno de los más nuevos, tiene solicitada obras de ampliación, pendientes de ejecución. Uno de los últimos cambios en la burocracia del mantenimiento ha sido la introducción del sistema Gcor, que deriva las peticiones de los centros directamente a los técnicos municipales, “Intentan que no se note, pero la rapidez y la prontitud no es la misma, ahora los trámites son más burocráticos”, aseguran desde el Ortiz Echagüe.
Además de las comunicaciones por avería, los centros reclaman “reuniones más periódicas” con los responsables municipales, como en el caso del Sagrado Corazón, el más veterano de los centros, que reúne algunos de los achaques propios de un centro en el que “no se han realizado grandes obras desde hace años”. Falta de pintura, puertas antiguas, suelo –original– con desperfectos… “El centro no tiene ninguna disfunción, pero necesitamos grandes obras. A esperar”, aseguran con resignación.
Baños insalubres, algo común
Además del profesorado y los escolares, los padres conviven diariamente con las necesidades de cada colegio.“Llevamos años reclamando obras”, asegura Eva de la Rosa, representante del AMPA del Julio Cortázar y vocal de la FAPA (Federación de Asociaciones de Padres) de Getafe, “a todos los niveles: el colegio necesitaba cambios en persianas y sobre todo los baños, que eran insálubres y no tenían bote sifónico. Nos han hecho las obras este verano, pero el gimnasio necesitaría una buena reforma”. El problema de los baños es otra constante en muchos de los centros.
La seguridad es otro de los aspectos a mejorar, así lo confirma Ana García, madre del colegio Rosalía de Castro y secretaria de la FAPA, “al tratarse de colegios muy escondidos, se entra, bien a las pistas deportivas, bien a robar”. En el caso del Rosalía de Castro, la limpieza sería otro de los caballos de batalla, “el patio tiene hierbas peligrosas que hemos estado cortando los padres”. Los accesos –resbaladizos– y elementos del patio serían otros aspectos a mejorar en el Vicente Ferrer, donde las farolas de la imagen (detalle) permanecen caídas “desde el curso pasado”.
A vueltas con las calderas… frío en las aulas
Dar clase con el abrigo puesto es una circunstancia que lamentablemente se repite con cierta frecuencia en los colegios públicos de Getafe al llegar el invierno.
El caso del Julio Cortázar, donde 400 alumnos han permanecido sin calefacción casi una semana, ha sido el último del que se ha tenido conocimiento, sin embargo, las repetidas averías demuestran que el de las calderas es uno de los principales problemas de mantenimiento en los centros. Tanto es así que el propio alcalde, Juan Soler, admitió recientemente que cerca de 14 eran los colegios cuyas instalaciones eran muy antiguas, lo que no solo propiciaba la aparición de averías, sino que retrasaba la reparación de las mismas y aumentaba exponencialmente el coste a asumir por parte del Consistorio.
Aún reconociendo el problema, la solución que propone el Gobierno local pasa por la sustitución de las calderas… a seis años vista. El alto coste de sustitución de los sistemas hace imposible asumir el gasto a corto plazo, según el propio alcalde, de manera, que tal como aseguran los directores, las reformas se acometen, pero muy lentamente, más de lo que cabría esperar en instalaciones de estas características.