Muchos pensarán que la educación que se imparte en 2013 poco se parece a la que se daba en la década de los setenta. Pensarán que en cuarenta años las cosas han cambiado por completo, y que lo que sucedía hace ya tantos años forma parte del pasado. Pero se equivocan.
Bien es cierto que hay cosas que sí son diferentes: las chicas se ponen ropa más bonita para ir a clase, los chicos ya tienen más de un par de zapatos con los que poder ir a estudiar, las fotos que se toman ya no son en blanco y negro… y las expectativas de futuro de los estudiantes son incluso peores que en 1970. “En aquella época la gente no terminaba de estudiar porque se iba a trabajar. Ahora, tienes que dejar de estudiar para buscar trabajo porque futuro no vas a tener” explica Gregorio Díaz, alumno de 3º en el IES Matemático Puig Adam en 1972.
Y es que hay cosas que han cambiado, pero la dinámica en muchas otras sigue siendo la misma. “El fin de la enseñanza no era que la gente aprendiera, sino que tenían que estar allí para incorporarse después al mercado de trabajo”, comenta, “había más futuro antes en relación al trabajo. Estábamos a la cola del mundo pero nos creíamos algo, ahora sólo sabemos que estamos a la cola del mundo. Era una sociedad gris, España era diferente y, como diferentes, vivíamos diferente”. En cuanto al profesorado, Gregorio Díaz explica que “una de las cosas que hizo el Régimen Franquista para contrarrestar lo que hizo la República era el tener su propio cuerpo de profesores” añadiendo que la educación giraba en torno a “los valores del movimiento”. “Teníamos una asignatura que era Formación del Espíritu Nacional, para ser buen español”, recuerda a la vez que comenta cómo Educación para la Ciudadanía es eliminada de las aulas en la actualidad. “Es el eterno problema de que la educación esté politizada. No es aséptica, evoluciona con la sociedad, y política no es solo lo que hacen los partidos, es todo lo que se mueve en la sociedad. Todo tiene una intención política y en 1972 la intención de la educación era clara: crear buenos ciudadanos del Régimen”.
En eso Gregorio encuentra ciertas similitudes con el modelo de educación actual. “Ahora, el partido del Gobierno, aprendida la lección, vuelve a hacer lo que se ha hecho toda la vida: Gobierno nuevo, ley educativa nueva… aunque han existido leyes más abiertas, siempre que gobiernan los partidos conservadores lo que se tiende es a cerrar. Se mete la religión, se vuelve a ignorar en las asignaturas las nuevas formas de sociedad, de familia, de agrupaciones…”. Él mismo cuenta que eso pasaba también en su época de estudiante, afirmando que, en ambas situaciones, el centro de la sociedad era y es la familia, sin potenciarse el asociacionismo y llevando a la sociedad a un punto en el que “nos miremos sólo a nosotros mismos y nos olvidemos de que juntos se pueden hacer más cosas”. Otro parecido entre ambas generaciones educacionales es el que se encuentra en la famosa crisis. “En 1972 también había crisis”, asegura, “apenas ganabas dinero y trabajabas de 12 a 14 horas y estábamos en situación precaria. Es como si se hubiese creado un paréntesis entre lo que ha pasado entre medias de ambas épocas y, ahora, borrón y cuenta nueva”.
Una situación de la que muchos parecen no ver futuro, pero de la que Gregorio ve posibles salidas. “La gente tiene que seguir estudiando, llamando a la puerta”, anima, “tanto los estudiantes como sus familias, con el apoyo social, tienen que darle la vuelta a esto desde dentro. No se puede hacer un movimiento externo a lo que es la sociedad que genere la suficiente fuerza para cambiarlo, eso es una revolución”, explica. “Y a día de hoy todos tenemos una televisión de plasma y hacer una revolución es difícil porque, mientras se tenga algo que perder, lo vamos a defender hasta el último momento”. Por eso Gregorio manda un mensaje a los jóvenes, afirmando que son ellos los que tienen que cambiar la situación actual. “Los demás podemos ayudar en lo que sea, pero si ellos no lo cambian, primero en las urnas y luego en la calle, o en ambas, el futuro que tienen es el del año 1972: una foto gris con unas ropas antiguas y casi sin futuro”.