La tapia y Fábrica de Harinas de Getafe Centro como zona recreativa
Cada vez cuesta más encontrar a grupos de niños y niñas pateando una pelota contra una pared o saltando a la comba. Una especie en extinción de juegos infantiles que Getafe ha visto muy de cerca en sus calles. Los teléfonos móviles, las consolas y algún que otro juguete de grandes superficies protagonizan ahora el entretenimiento de pequeños y adolescentes. La gran parte de niños prefieren pasar las horas en sus casas en el ordenador o videojuegos en vez de recorriendo las calles de su ciudad.
Pero no siempre ha sido así. Todos los barrios de Getafe y sobre todo el de Getafe Centro eran una zona de juegos y diversión asegurada. Los niños, niñas, pequeños y no tan pequeños de este barrio pasaban las horas jugando junto a la tapia que separaba los pisos de la estación de tren. Uno de esos niños, Manuel Díaz, que además vivía justo en una de las calles rodeadas por dicha tapia, recuerda con todo detalle el pasar las horas en esas calles, volver a casa para cenar y bajar de nuevo para seguir jugando.
«Nos juntábamos casi 40 personas de todo Getafe, niños y niñas, todos mezclados, no como ahora» comenta. El fútbol era el deporte rey y tal vez es el que ha conseguido sobrevivir en mayor medida al paso de los años, pero la amplia variedad de juegos le desterraba alguna tarde que otra. «Nos entreteníamos desde cazando sapos en un agujero hasta deslizándonos por una rampa que había por allí en unos frisos que encontrábamos» comenta «más de uno se rompió alguna que otra pierna. A veces nos saltábamos la tapia para ir a las vías y colocar monedas en ellas para que las aplastase el tren, pero nunca hacíamos eso de atravesarlas corriendo cuando llegaba el tren. Éramos salvajes civilizados».
Además, todos los miembros de la familia formaban parte de esos juegos. «Todos nos entrenábamos para saltar la tapia. Yo ayudaba a mi hermana pequeña Cristina (junto a él en la fotografía) a saltarla. Y si no podía, yo me encargaba de ayudarla a bajar”. Pero no solo la famosa tapia era la zona de juegos. La Fábrica de Harinas y su amplia fachada, en donde ahora está el Teatro Federico García Lorca, también servía como material de juego. «Teníamos pintado con tiza una portería y nos pasábamos el día dando pelotazos. Los vecinos nos tiraban de todo, una vez alguien tiró a un chico algo hirviendo. Nosotros nos vengábamos metiendo bichos y cosas en la casa de esa persona”, comenta entre risas. «El bloque de la Fábrica de Harinas estaba siempre en obras, tardaron once años en arreglarlo y en hacer un Teatro».
Manuel recuerda esos años con nostalgia, comparándolos inevitablemente con la actualidad, protagonizada en gran parte por la era tecnológica. «Antes jugábamos todos y ahora ya no se juega. Nosotros jugábamos con nada. Sólo teníamos una pelota», explica. «Nos poníamos cerca de la tapia y hacíamos nuestras propias Olimpiadas. Hacíamos carreras, salto de longitud, lanzábamos cosas…». Ahora las cosas han cambiado. El barrio de Getafe Centro se ha convertido en una de las grandes puertas del municipio hacia el resto de la comunidad. Una gran cantidad de personas recorren la estación a diario, sin tapia a su alrededor y con un teatro decorando su paseo hacia el centro de la ciudad. Getafe Centro ha pasado de ser el barrio recreativo por excelencia a ser el barrio central de Getafe y punto de unión, por el cual trabajadores y estudiantes pasean en dirección a sus destinos.