GETAFE/Entrevista (07/02/2022) – De regentar una frutería a construir desde cero una empresa que hoy es puntera en la distribución de envases para hostelería, restauración y catering. Esta es la historia de Envapro; y también la de su gerente, Antonio Otero, un jefe “muy atípico”, pero con una gran visión de futuro.
“Yo soy frutero de toda la vida y siempre he trabajado para mí”. Desde pequeño acompañaba a su padre a Mercamadrid y se empapaba de un negocio que había sido familiar y que empezó a dirigir muy joven. “Pero llega un momento que las cosas empiezan a bajar y necesito buscarme la vida”. Un cliente le dio la oportunidad de hacer la gestión comercial para una fábrica que se encargaba de plásticos de termoconformado, “de los alveolos para las cajas de galletas”. No le gustó el trabajo, pero consiguió abrir nuevas vías de negocio, con una bandeja que creó para las lechugas y que tuvo un gran éxito.
Esa experiencia a la que dedicó unos meses le sirvió para concebir su propia idea. Y ahí nació Envapro. Era 2006 y Otero tenía clara su idea de dedicarse a dar soluciones para food service. Y todo va muy rápido “cada cuatro o cinco meses todo se me queda pequeño”. Su casa, un local, un primer almacén que coge… Y recala en el Polígono de Los Olivos, donde ya ha tenido que hacer ya tres mudanzas. “Primero estuve en la calle Confianza, luego en Calidad, también en Destreza, y ahora en Estilo”, donde no deja de crecer. Ya tiene apalabradas nuevas naves en la trasera del espacio que ocupa ahora, de 3.000 metros cuadrados. “Este polígono es mi talismán”. Cuentan con 3.500 referencias de productos, 23 empleados, más de 4.000 clientes (2.000 activos) y una cifra de facturación de 6 millones de euros. “Todo lo que se gana se reinvierte: mentalidad de frutero”. De hecho, mantuvo la frutería hasta hace poco tiempo.
En Envapro distribuyen envases para hostelería, restauración y catering, y con el crecimiento de la empresa necesitan espacio de almacenaje. “Cada día llega al menos un contenedor”. Y eso que su estrategia ha sido diferente a lo habitual. “No tenemos comerciales en la calle, de puerta fría que se llama, sino que apostamos por el posicionamiento on line, y ahora son los clientes los que nos buscan a nosotros”. Dan un servicio personalizado. “Nos intentamos adaptar a las necesidades”, también a la hora de diferenciar el producto. El volumen que manejan les hace ser competitivos. “Al haber estado en el otro lado, nos ponemos mucho en lugar del cliente y buscamos ayudar”.
Desde hace años, mucho antes de que la normativa marcara el fin del plástico en cubiertos y vajillas de un solo uso, Antonio Otero ya había apostado por el envases ecológicos. Estos productos, en particular unas tarrinas de efecto kraft, actualmente copan el delivery y take away en España para el servicio de ensaladas, pokes, pastas o arroces; unas tarrinas desechables con tapa traslúcida que además de ser aptas para contener platos fríos o calientes, líquidos o sólidos (desde un plato de lentejas hasta un pollo asado, pasando por una ensaladilla rusa), son unos recipientes respetuosos con el medio ambiente. Son microondables; su base está realizada en cartón con efecto kraft y la tapa, de polipropileno, es reciclable. “El plástico es el mejor invento de la historia, pero hacemos mal uso de él. Bien utilizado tiene infinitas vidas”. Y sigue también explorando nuevas vías ecológicas, con recipientes hechos de caña de azúcar o de hoja de palma…
Les diferencia también su servicio de personalización, que ofrece soluciones para pequeños clientes a precios reducidos: “desde una etiqueta a una impresión a un color”. Además su departamento gráfico presta la ayuda necesaria. Trabajan con fábricas europeas, principalmente ubicadas en Turquía. “Nunca me ha gustado trabajar con China, es muy complicado”, con lo que ha salvado parte de la crisis de suministros que se ha producido en el mundo.
Tras quince años de crecimiento “vivo en un continuo reto”, confiesa Antonio Otero, un jefe “que no sabe mandar”, y que construye su empresa en base a la confianza en sus empleados y las relaciones interpersonales. Como una gran familia. “Una multinacional nos ha querido comprar”, confiesa. Estaba todo hecho… “pero al final les dije que no. No sé trabajar para otras personas”. Mientras Antonio sigue afrontando retos, quizá te encuentres con el trabajo de Envapro cuando pases por Sturbucks, Fridays o Faborit. Y son solo algunos ejemplos.
Antonio Otero, se echó las manos a la cabeza con el estallido de la pandemia cuando en marzo de 2020 se decretó el estado de alarma y con él el cierre de restaurantes, bares y cafeterías, sus principales clientes. “Tenía el almacén lleno, y seguían llegando facturas y contenedores”. Tomó una decisión arriesgada: en lugar de acogerse a un ERTE prescindió de 6 o 7 personas a las que indemnizó y a las que aseguró que en cuanto fuera posible recuperaría. En 15 días les estaba llamando, pero “todos me dijeron que no”. Porque en seguida comenzó el movimiento. “Lo primero fue ofrecer nuestra ayuda y llevamos 3 o 4 trailers de producto a precio de costo al hospital que se montó en IFEMA”.
Y a través de un contacto, la ONG del chef José Andrés, World Central Kitcken, se puso en comunicación con ellos. “¿Estás preparado?”. “Lo que haga falta, respondí”. El mensaje de la ONG fundada por el chef español más internacional fue muy claro: “Necesitamos un envase ecológico, económico, fácil de manejar, resistente y apto para todo tipo de platos”. La respuesta de alivio de Antonio también fue directa: “¡Lo tenemos!”. Y comenzaron a trabajar con ello: nada más y nada menos que tres millones de comidas en un envase que crearon especialmente para la ocasión, una ensaladera de papel kraft laminada por dentro “para que pudiera contener comida caliente”.
También dieron cobertura a los complementos necesarios: bolsas de papel, salseros, tarrinas de postre… “Nuestros pedidos para WCK en pandemia se organizaban en muchos casos de un día para otro con salida urgente a cualquier punto: Vigo, Sevilla, Almería… Ahí donde actúa la ONG de José Andrés en España, está Envapro con sus envases”, explica Otero. La empresa ha realizado numerosos pedidos in extremis, enviando a sus propios chicos de almacén de madrugada a repartir envases en diferentes puntos de España para garantizar la comida diaria de World Central Kitchen para miles de personas en estos momentos difíciles. La pandemia del Covid-19, la borrasca Filomena y el desastre del volcán de La Palma, han sido algunas de las ocasiones en las que han actuado. Envapro es hoy el proveedor de envases en España para WCK.
Durante Filomena, en que la nave quedó incomunicada, “la Comunidad de Madrid nos envió directamente a los bomberos para despejar el acceso a la nave y poder servir el pedido a la cocina de Santa Eugenia”, el barrio madrileño donde se han preparado y siguen preparándose los menús de la mano de chefs como Karla Hoyos y Pepa Muñoz. También han estado en la explosión de gas de la calle Toledo o el incendio en la Sierra de Gredos para las comidas de las fuerzas y cuerpos de seguridad.