GETAFE/La piedra de Sísifo (09/06/2020) – El espectáculo que, un día sí y otro también, nos ofrece el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, a cuenta de la masacre perpetrada en las residencias de mayores bajo su responsabilidad de gestión, sería patético, si no fuera por su carácter cruel, ruin, despreciable y, probablemente, delictivo, al dictar una orden, protocolo o borrador con ínfulas directivas, cuyo sentido no era otro que convertir las residencias en guetos donde fuera el factor suerte el que decidiera quién se contagiaba y quién no, o quién perdía la vida y quién no.
Porque podrán disfrazarlo de lo que quieran, pero el sentido final era ese, prohibir que cualquier residente que presentara síntomas pudiera acceder a los centros hospitalarios como sucedería con otra persona de otra edad o condición; recluir en edificios; originalmente diseñados para otros fines, a enfermos graves, o leves en disposición de empeorar si no recibían los cuidados necesarios; a quien ha puesto su trabajo, su sentido, sus cotizaciones y su vida al servicio de su familia, su comunidad y su país.
Si hubiera que definir hoy un décimo círculo del Infierno, este sería el de los inocentes que sufren terribles penurias hasta terminar su vida con una dolorosa mirada que pregunta ¿por qué? Estaría cuidado por unos profesionales desbordados que, a menudo, se contagian del mal que combaten y penan desesperados por los pasillos negando la realidad con la cabeza agachada por el peso de la responsabilidad. El Infierno de los Inocentes tendría forma de edificio moderno y funcional que no trasluciría al exterior todo el dolor que puede albergar.
Pero no hablamos de nada “divino” sino rabiosamente humano, y no de una “comedia” sino de un drama de dimensiones brutales. No nos acompaña Virgilio en esta visita espantosa, sino los testimonios aterrados de familiares incapaces de evaluar el alcance del horror, auxiliares en estado de shock o supervivientes que no olvidarán lo padecido en el resto de sus vidas.
Por eso es más indignante el espectáculo del “tú la llevas” protagonizado por el consejero de Sanidad, Ruiz Escudero, tratando de echar balones fuera, cada vez que, el de Políticas Sociales, Alberto Reyero, le corta las salidas con el dedo acusador de quien se sabe con razón; y la presidenta, Díaz Ayuso, haciéndose la loca, saliendo por peteneras, culpando a la izquierda (¿?) o disertando sobre las virtudes del agua de borrajas. Sin ánimo de venganza, sino de justicia, es el momento de pedir explicaciones, es el momento en que entra en juego la Oposición.
La cifra de víctimas de esta infamia es pavorosa y, a poco que el proceso caiga en manos de un juez con un mínimo de amor propio, alguien pagará tal y como prevé la ley; ni más ni menos. Mientras llega ese momento, sigamos con el esfuerzo de reconstrucción interior, tan trabajoso como necesario, para mirar al futuro con el ánimo, aún lleno de cicatrices, pero despejado de heridas abiertas. Hasta entonces, y con mayor motivo, intentemos ser felices, lo merecemos.
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