GETAFE/Rincón psicológico (20/10/2016) – Vivimos en la era del crecimiento personal, el boom del despertar. Muchas son las personas que poco a poco se han ido interesando en el conocimiento humano, en el acompañamiento espiritual, en la alimentación saludable, desarrollo de potencialidades y desarrollo de habilidades para ser exitoso en su trabajo, por poner algunos ejemplos, así mismo muchas son los profesionales que en estos últimos años han ido apareciendo con concepciones de términos aún sin diferenciar, generando a veces confusiones a la hora de elegir un profesional adecuado, terapeutas, psicólogos, coacher… infinidad de términos a veces insertados en ese cajón desastre que ni instituciones públicas ni entidades privadas consiguen aclarar.
De todos es conocido que desde la antigua Grecia el ser humano anhelaba comunicarse y buscar sentido a muchas de sus preguntas, sacerdotes, acompañantes, crecían al lado de estas personas que buscaban una quietud a sus ideas, buscar un sentido e ir más allá del conocimiento aparente.
Día a día nos vemos condicionados por una rutina, despertar, ir a trabajar, recoger a los niños del colegio, y disfrutar de alguna actividad de ocio con el objetivo de desconectar pero a lo largo del día, ¿nos paramos a pensar cuál es el sentido de todo aquello que hago?
En psicología nos gusta decir que hay 3 preguntas en el ser humano que sería importante plantearse 1 vez al año:
Si reflexionamos sobre cada una de ellas observaremos llevan implícita esa rutina de la que hablábamos, preguntas que acompañan nuestra vida sin ser conscientes de ellas pero que un día al “despertar” por una extraña razón comienzo a preguntarme por ellas llevándome a una búsqueda interna que va mucho más allá de la simple respuesta.
Nos hemos acostumbrado a resignarnos, a justificar nuestros actos, nuestras acciones, impidiendo con ello el dar el paso a explorar caminos nuevos, rutas diferentes que me hagan crecer como persona, que me hagan experimentar sensaciones nuevas y lo que es más importante que me impidan preguntarme por estas 3 preguntas por miedo a la respuesta que obtenga de ellas.
Pero ese día llega, ese día en que uno despierta y no sabe cómo se siente diferente, malhumorado, con un dolor que antes no reconocía, un dolor no físico sino un dolor que habla de salto, de vacío interno, de un sinsentido.
Y es en ese instante cuando uno ante el miedo a la caída se para a reflexionar y observar su vida, es ese instante en el que uno se siente diferente, en el que empieza a no entender nada o quizás a entender ya mucho y es ahí cuando uno despierta al sentido de vivir.
Y es aquí cuando solicitamos la ayuda de alguien que pueda dar respuesta a ese vacío.
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