Una sociedad es fácilmente identificable, humanitariamente hablando, por cómo se comporta con sus niños y sus ancianos, no por lo que se dice sino por lo que hace, ¿recuerdan ustedes aquello de que “obras son amores y no buenas razones”? En esta ocasión no quiero referirme solo al comportamiento de la clase política, que evidentemente están obligados a legislar favoreciendo lo máximo posible a los dos grupos, a los niños porque son el futuro de cualquier pueblo, y a los ancianos, porque todo lo que somos hoy, es gracias a ellos.
Hoy quiero poner el punto de mira sobre esta sociedad, sobre nuestro comportamiento con nuestros ancianos, y dejaré para otra ocasión el tema de los niños, de nuestro futuro en base a su educación y formación, que por cierto, estos días se habla mucho de colegios, programas de enseñanza, formación profesional, universidad, etc.
Como os decía, analicemos cómo nos comportamos con nuestros ancianos, con esas abuelas que muchas de ellas apenas saben leer y escribir, aquellas que tuvieron poco tiempo para ir a la escuela, y no digamos para otra formación mayor. Ellas tenían que trabajar en el mejor de los casos en las fábricas, y mayoritariamente en el campo, pero no solo eso, el resto del tiempo tenían que repartirlo en hacer las tareas de la casa, sin olvidar el cuidado de los niños y su educación. Igualmente los abuelos, a quienes no les ha importado trabajar como burros para poder atender mejor a su familia, siempre con el afán de que sus hijos tuvieran más oportunidades, pudieran estudiar y trabajar en mejores condiciones que ellos.
Y ¿cómo se lo estamos pagando? Cada uno debe hacer su reflexión, pero permítanme hacer algunas comparaciones, recuerdo que en cualquier cocina de pueblo, en los meses fríos de invierno, se reservaba siempre los mejores rincones junto al fuego para los abuelos; nadie osaba comenzar a comer antes de que el abuelo tomara la primera cucharada; cuando había que tomar una decisión importante, jamás se tomaba sin el consejo de los abuelos.
Los abuelos de hoy, han hecho las cosas muy parecidas y por las mismas razones, con el añadido de que por causa de esta crisis interminable, en algunos casos han tenido que ocuparse nuevamente de sus hijos y nietos, en otros incluso, estos hijos han sacado a sus padres del asilo, hoy llamado residencia de la tercera edad, porque con su pensión podía vivir toda la familia, aunque haya que cuidarlos; qué pena, no quiero pensar cómo tratarán esos nietos a sus padres, en el futuro inmediato cuando sean ancianos.
No sé qué pensarán ustedes, pero en mi opinión, o nos tomamos en serio el trato y el respeto a nuestros ancianos o nuestra sociedad va por mal camino.
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