«Lo único que quiero es que me dejen vivir tranquila», decía Amparo. «Hay que expulsarlos del país. No quiero convivir con ellos», apostillaba Sandra. «No es solución tener la policía persiguiéndolos, tienen que saberse comportar», decía Teresa. «No se puede echar a nadie, pero tampoco se puede meter a 25 personas en un piso, que al del 3º le han hundido el techo. Compran fruta la tiran en el portal… no se puede convivir con ellos», cuenta María. A Cristina se la ve visiblemente nerviosa. «Vivo en la calle Flor de Lis y me han intentado derribar la puerta con un mazo, nos han escalado por las ventanas y tenemos que dormir con ellas cerradas. Mi madre está con un infarto y cualquier día va a pasar algo»… Los ánimos se crispan; hay nervios y un ambiente que parece a punto de estallar.
Los vecinos se desahogan, se han reunido más de 150 en la asamblea convocada por la Plataforma de Vecinos de Las Margaritas para hablar del problema que les preocupa ahora: la presencia de una gran familia de gitanos rumanos que se ha instalado en las calles del barrio y que tiene atemorizado a los vecinos. «Es más una sensación de inseguridad que una situación real en el barrio», asegura el concejal de Seguridad, Herminio Vico. «Atendiendo a los datos, Las Margaritas recoge menos denuncias que un barrio, por ejemplo como Juan de la Cierva».
Desde el Ayuntamiento han puesto en marcha algunas medidas de choque, ante esta situación de urgencia. «Parece que ya han alquilado otro piso y hemos conseguido que no duerman en las calles» y la presencia policial constante disuade de que se den otras situaciones. Se ha instalado un punto de información en la plaza principal del barrio con un furgón policial. «La gente está preocupada sobre todo por si alguien puede ocuparles la vivienda cuando se vayan, por ejemplo, de vacaciones, y no es así. En ese caso se les echaría inmediatamente, no es lo mismo que ocupar una vivienda desocupada, que lleva otro proceso», tranquiliza Vico. También por la noche hay una patrulla permanente para evitar que se pernocte en la calle, además de implantar la policía de barrio, que da tranquilidad. «La seguridad muchas veces es cuestión de sensaciones, y por ello también se está desarrollando la limpieza integral del barrio, porque es también un aspecto subjetivo que influye: la suciedad da sensación de inseguridad».
La comisión vecinal, con el Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural de la Fundación La Caixa, que trabaja en el barrio desde hace cinco años, ya están trabajando para tratar de buscar soluciones. De hecho, han hablado con ellos, para conocer también su situación. «Es una familia de 23 miembros, que se han asentado en el barrio a la espera de tomar una decisión sobre si quedarse o no». Su patriarca ha tenido que irse de forma urgente a Rumanía y es él el que toma las decisiones. «Han alquilado un piso en Pensamiento, pero duermen y comen en la calle, y eso ha creado alarma en los vecinos», explica Nélida Molina, del Proyecto ICI, que han tratado de mediar con la familia. «Dicen que están en tránsito, y hay que entender que es una población nómada y este es un problema que se repite todos los veranos en diferentes sitios». Las costumbres chocan de lleno con las necesarias para una natural convivencia. «Estamos trabajando en la búsqueda de soluciones y ya han alquilado otro piso en Sánchez Morate», con lo que se solventa el problema de dormir en la calle.
Pero lo verdaderamente necesario «es un plan de convivencia, y es en lo que estamos trabajando en la actualidad junto a vecinos y Ayuntamiento. Hay que trabajar con todos los agentes sociales para mejorar la convivencia en el barrio», explica Neli. En ello coincide Hugo Paternina, concejal de Ahora Getafe, que defiende que se implanten «políticas de mediación para evitar que esta situación vaya a mayores. Hubiera sido necesario un plan de emergencia para acometer este problema puntual, y después acometer con tranquilidad un plan de convivencia para todo el municipio. No hay soluciones cortoplacistas y las policiales pueden ser efectivas, pero no eficaces ni eficientes».
Paternina estuvo presente en la asamblea de la Plataforma Vecinal, al igual que otros concejales de Ahora Getafe, o la edil del barrio de Las Margaritas, Mónica Cerdá, que tomó la palabra en representación del Gobierno, explicando los pasos dados por el ejecutivo y la predisposición a recoger cuantas quejas fuera necesario. «Me fui frustrado», aseguraba Paternina. «Hay un universo de posiciones muy amplio» que en ocasiones se extreman. «No tengo una posición negacionista sobre el problema que hay en el barrio y entiendo el drama de algunos vecinos, pero no podemos llegar al nivel de la exacerbación. De aquí a la violencia solo hay un paso y la bestialización que algunos comentarios de algunos vecinos sugieren es la antesala de situaciones futuras no deseadas. Cualquier chispa puede prender un bosque que está seco». De momento, la apuesta a todos los niveles es trabajar en el diálogo.
Aunque la paciencia de los vecinos está al límite.
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